Por Óscar Dávila Jara (Moralito)
El primer día de vacaciones fuimos el Fidel, la Gata y yo al arroyo del salitrillo para buscar por ese rumbo un buen mezquite. Andábamos tras una rama gruesa como las piernas de Doña Imelda, la que vende los duritos afuera de la escuela. A medio camino oímos las campanadas de la iglesia avisando que ya eran las once, apuramos el paso y llegamos a nuestro destino. Rondamos por los mezquites hasta que encontramos una rama, rechoncha, bien seca, tal como la queríamos, la Gata rápidamente se nos encaramó en los hombros para trepar por el árbol y sin decir agua va empezó a cortarla. Una vez que terminó le arrancamos las pequeñas ramas que tenía y con el serrucho le emparejamos los cortes dejando un palo como de una brazada. Tomamos nuestra preciada carga y regresamos al pueblo. Sigue leyendo