Por Óscar Dávila Jara (Moralito)
Inicia la música y suavemente adelantas la rodilla el sonido gime se distorsiona y ondulas la cadera que nace de un requinto donde el cuerpo es melodía y florece tu sonrisa y llega la voz y canta y tus manos vibrando descienden de lo alto acariciando el aire y suenan los tambores al ritmo de tu vientre y las notas se extienden y con la punta del pie acaricias el suelo dibujando medias lunas y en éxtasis te doblas hasta que el cabello yace sobre el piso y cae el silencio y quedas inmóvil brillando de sudor en la tenue luz y el blues regresa tierno a tu pecho y te abraza y te estremece y te levantas y giras y giras lentamente y los acordes suben por tu espalda y besan tus hombros y el ritmo se violenta y tus muslos se estremecen cierras los ojos y sueñas y bailas y bailas y sientes en tus labios la ausencia de otros labios