Por Óscar Dávila Jara (Moralito)
En eclosión solitaria
de húmeda penumbra
emerge el dolor
y suavemente se acumula
giro tras giro
va hacinando su pena
en una concha dorsal
de angustia calcárea
y geometría de nautilo
sus tentáculos se estiran
escudriñan
claman consuelo
en el abandono del estío
miles de dientes rumian
incesantemente los recuerdos
y el pulmón desolado
suspira anegado de melancolía
con proverbial lentitud
arrastra el desaliento
contrae y elonga su cuerpo
husmeando el manantial de tus ojos
explorando el jardín de tu pecho
y derrama su olor a incienso
teñido de tristeza
al andar hiere su concha
y su pesar blando y pegajoso
queda expuesto
mas en gradual secreción
de incertidumbre
restaña su coraza
cotidianamente
abisal el dolor
intenta anidar en las entrañas
hibernar en los recovecos de tu alma
alentar sus latidos
permanecer vivo
bajo el velo fino del opérculo
esperando oscuras
lluviosas noches
para renacer y encarar
otro dolor en celo
en danza ritual
los dolores se fecundan
aguijoneados por ansiosos dardos
engendrando espiral
y espiral y más espiral
y con ella a cuestas
el dolor avanza indetenible
sutil escapista
escala tu ánimo en desliz
por las pendientes de tu cuerpo
hasta alcanzar la cima
y desde ahí
se asoma a tu corazón
una y otra vez
interminablemente
repitiendo la andanza
dejando tras de sí líquida huella
hasta que el dolor
se convierte en odio
en la ausencia de tus lágrimas