Por Óscar Dávila Jara (Moralito)
Marcelino ve el cuerpo del Málaga tirado en el suelo, amarrado a la silla, con el rostro hinchado, los ojos reventados y los labios cayéndosele en pedazos. Trata de buscar en su interior un sentimiento pero la intención se pierde en un pantano de indiferencia. No siente nada, un muerto más y no siente nada, al final, después de convencerse de que ya no hay angustia, de que ni siquiera siente esa ligera amargura en la boca que le producía mal aliento, sólo queda el fastidio. Sigue leyendo