Por Óscar Dávila Jara (Moralito)
Subrepticiamente atrapa mi atención.
La veo cruzar el umbral,
desde donde sutil como nube se desliza,
entornado traviesa sus grandes ojos.
Me murmura con un tibio ronroneo,
mientras ágil y tierna,
salta sobre la cama
y su piel brilla bajo los rayos de la luna.
Acaricio con el dorso de la mano su espalda
y fascinado admiro su silueta.
Frota su cuerpo contra el mío
y luego, se acurruca decidida en mi vientre,
llenando con destellos el espacio
y desde lo profundo de sus ojos
me pregunta inquieta si la quiero.